DECALOGO DEL CATEQUISTA
24 septiembre, 2014
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“No temas que yo te he elegido, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por aguas profundas yo estoy contigo, si cruzas grandes ríos no te anegarán. Si pasas por el fuego no te quemarás, ni las llamas te consumirán. Porque yo soy tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. Eres precioso a mis ojos, eres estimado, yo te amo. No temas que yo estoy contigo” (Is. 43, 1-5)
Medita detenidamente estas palabras… Grábalas en tu corazón… Tú no eres “uno más” para Dios. Eres tú… El Señor ha venido a tu orilla…, sonriendo…, mirándote a los ojos…, ha dicho tu nombre… El es quien sale a tu encuentro…, establece un “pacto” de amistad contigo para enseñarte a amar…, a ser radicalmente solidario con todos los hombres y…, sobre todo…, con los más necesitados…, con los más pobres de la tierra…
2) Carga con tu cruz… La cruz que hay en tu vida… La cruz de los demás… El camino del seguimiento de Jesús pasa por cargar con la cruz… Piensa que no podrás formar a los demás si no buscas respuestas adecuadas a tus heridas y las heridas de tus hermanos.
3) Conócete… Acepta con paz tus limitaciones…, y confía… Deja a un lado tus temores, tus miedos, tus desconfianzas e inseguridades… “Descalza tu vida” de todo lo que sea egoísmo… Deja tus mediocridades…, tu deseo de comodidad…, tu preocupación por no complicarte excesivamente la vida… “Descalza tu vida” y ten un corazón simple como un niño…, grande y fuerte como de madre…, un corazón que acoge y que a todos se entrega… “Descalza tu vida”… El camino de la educación en la fe exige purificación constante… Que puedas mirarlo todo con ojos limpios… Sólo con ellos verás a Dios y el verdadero rostro de los hermanos… Busca y ama la sencillez…, la simplicidad y la transparencia… Renuncia a las dobles intenciones…, a la doble vida… Aprende a mirar a los ojos…, “cara a cara”… “Descalza tu vida” para poder ser sensible… Aprende a vivir desde los pequeños detalles… Sensibilidad para descubrir las pequeñas manifestaciones de amor…, de generosidad…, de libertad… pero, también de egoísmo…, de dolor…, de esclavitud… Aprende a traducir los pequeños detalles en llamadas al compromiso y a la entrega…
4) Libera tu vida de todo lo que sea desamor…, crítica destructiva…, discordia…, división… Vive la verdad del amor y nunca pongas límite a tu entrega… La vocación de catequista exige “alma de pobre” para reconocer en todos al hermano que necesita ser amado… Capacidad constante de perdón…, búsqueda constante de justicia…, verdad y paz…
5) Vive reconciliado/a. Busca la paz interior… Haz oración… Recuerda siempre que el Señor camina contigo… El es tu fuerza…, el motivo de tu confianza… Detrás de cada problema…, de cada diálogo…, de cada dificultad propia o ajena…, encontrarás…, si te paras a mirar…, el rostro atento de Jesús que te dice: “No temas, soy yo…, estoy contigo”. Sé exigente contigo mismo/a pero también debes aprender a perdonarte…, aceptar tu cansancio y tus caídas… Es importante que vivas siempre reconciliado contigo mismo/a… Y vive la reconciliación con los demás… Crea comunión en tu entorno…, que predomine en ti la disponibilidad cordial y acogedora…, la comprensión y la alegría comunicativa y esperanzada… Que todos puedan encontrar en ti la mano amiga de un hermano/a…, que hace más llevadero el camino de la vida… Que tus palabras sean siempre de aliento y de amistad… Renuncia a las palabras duras e hirientes… No juzgues…, no midas…, nunca dejes a nadie por imposible…, nunca creas que conoces demasiado a las personas que Dios pone en tus manos… Confía en las personas…, recuerda siempre que en todos hay un “rincón” de bondad escondido entre las apariencias…, y si no lo descubres…, piensa que tus ojos no pueden ver con claridad a causa de los prejuicios o de las opiniones de los demás… Procura dirigir tu mirada a esta bondad que hay en el corazón de toda persona humana… Sólo, así…, podrás vivir reconciliado/a… Vivir la reconciliación fraterna es condición necesaria para responder con fidelidad a tu vocación de catequista… No podrás mirar a Dios si no puedes mirar con amor a tus hermanos… No podrás escuchar a Dios…, si no los escuchas a ellos… No podrás vivir en comunión con Dios si no estás en comunión con todos…

7) No vivas ni distraído/a, ni disperso/a... Ten “los ojos” siempre abiertos para descubrir en tu vida y en la de tus hermanos, la presencia de Dios… Vive atento/a para descubrir los pasos del Señor en tu historia personal… El está presente en todo…, sale a tu encuentro constantemente… El siempre está… No te dejes llevar por el desasosiego y las prisas… No dejes que las preocupaciones arraiguen en ti y lleguen a angustiarte… Que la confianza en Dios…, que todo lo puede…, te dé siempre Paz…
8) Que tu corazón sea hospitalario… Recuerda constantemente aquellas palabras del Evangelio de Juan: “Amaos mutuamente porque el amor viene de Dios y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.” (1 Jn 4, 7) Abre tu vida a todos…, sé fuente de gracia…, generosidad…, amor y entrega… Y permite que los demás se abran a ti… Que te sientan compañero/a de camino…, dispuesto/a siempre a la confidencia…, a la escucha serena…, a la palabra tranquila… Que tu vida sea remanso de Paz…

10) Deja que Dios penetre todos los rincones de tu vida… Permite que su luz y su presencia invadan tu vida… Esfuérzate por hacer las cosas bien…, por poner atención en todo…, por vivir todo el día con esperanza y descubrirás una oración pura…, simple…, integrada en la vida y con fuerza para integrar los diversos quehaceres diarios… Para que esta oración pueda llegar a los demás no es necesario que hables de ella… Ya se descubrirá en tu alegría comunicativa… En tu cordialidad… En tu buen humor… La oración que nace de la vida abre las puertas a la oración de “escucha atenta” de la voluntad de Dios…
Busca…, por ello, una fidelidad constante…, creciente y plena de amor…, y déjate querer por Dios… No permitas que las pequeñas infidelidades de tu vida difuminen tu sincero deseo de vida plena de sentido y de donación…